martes, 1 de enero de 2008

Del Poeta Caníbal


Por Sofía Salinas


Estuve pensando seriamente en qué momento la "suerte" tocó a mi puerta como periodista y me encontré con una mujer que convivió con José Luis Calva Zepeda, alias el Poeta Caníbal. No había qué pensarle mucho, en ese momento sólo sentí entrevistarla.

He aquí lo publicado en los periódicos Reforma y Metro, justo dos días antes de que Calva Zepeda decidiera quitarse la vida en el Reclusorio Oriente.

Hace amiga retrato del poeta asesino
Revela Amelia claves de la personalidad de José Calva Zepeda

Sofia Salinas [Agencia Reforma]

MÉXICO, DF — Amelia no ha terminado de procesar la idea de que pudo ser víctima del poeta asesino José Calva Zepeda.
Esta vendedora de dulces fue cortejada y deslumbrada por el encanto de este hombre acusado de asesinar y descuartizar a sus novias Alejandra Galeana y Verónica Martínez.
Ella fue la persona más cercana a Calva Zepeda antes de que éste fuera detenido y procesado por los homicidios.
Amelia, quien pidió cambiar su nombre, narró sus conversaciones y encuentros con Calva Zepeda desde julio en que lo conoció vendiendo poemas en Coyoacán.
Recuerda el rencor que él siempre expresó hacia la madre de sus hijas, el respeto hacia su mamá, su vanidad al hablar siempre de sus éxitos y sus proyectos, su desinterés por la conversación ajena, el desprecio hacia otras personas por saberse más culto y su fobia a las alturas.
Amelia relata también la obsesión de Calva por mantener su ropa doblada y clasificada en el armario donde después guardaría el cadáver de su última novia, su empecinamiento en mostrar el contenido de sus cajones, su apasionamiento al cantar repetidamente en karaoke la canción Si yo fuera mujer, sus supuestos poderes adivinatorios y de sanación, su costumbre de mantener el refrigerador retacado de carne y su fascinación por películas como El Perfume, historia de un asesino y El último rey de Escocia.
Un día de julio, Amelia, de 26 años, salió a vender dulces en Coyoacán como lo hacía tras dejar la carrera de Filosofía. Ahí conoció a José Luis Calva Zepeda. Se sorprendió al verlo solo, pues desde diciembre de 2006 lo había visto acompañado de una novia, Olga, con quien después terminó.
“No pensaba hablarle”, dice Amelia, “pero él se acercó y me preguntó mi nombre”. Ahí trabaron amistad.
“Me dijo que escribía, que tenía proyectos, me dio su teléfono, yo le dí el mío. Al día siguiente le pregunté:
—Me están checando los de vía pública, ¿los has visto?
—No, porque yo tengo permiso, respondió. Como soy escritor y no pido dinero sino un donativo, no me preocupa.
Amelia y José Luis se sentaron en una banca y ella le preguntó por Olga.
—Era mi pareja, vivimos juntos un año —dijo él—. Terminamos porque era muy neurótica, la última vez que hablé con ella me dijo que era un desgraciado, un maldito, que iba a pagar, estaba loca.
Otro día, Amelia acompañó a José Luis a vender sus poemas.
—Es que necesito pagar el teléfono, dijo ella preocupada.
—Si quieres acompáñame y ahorita que regresemos nos repartimos la rebanada, respondió él.
Vendió entre 15 y 20 poemarios a 20 pesos cada uno, después, como prometió, le dio a ella 100 pesos.
Al vender sus poemas Calva repetía la frase: "porque todos tenemos sueños, ¿gustan apoyar al poeta?".
Se acercaba a la gente que veía como pueblerina. Les imponía su presencia porque les preguntaba su nombre primero, si le decían Pedro, él decía con familiaridad "mira Pedro" y los convencía, pero una vez se acercó a una pareja y la mujer no compró", cuenta Amelia. Eso le molestó a José Luis.
—Ella no quiso comprar, se le nota su incultura, remató el poeta con enfado.
Amelia y José Luis estuvieron platicando hasta la noche, hablaron de películas.
"A veces me hartaba porque cuando conoces a alguien quieres ser escuchado, pero él era "yo, yo, yo", te escuchaba, pero como que su vida era más importante. Le dije que me gustaba la trova".
—A mí me gusta Serrat, respondió él.
—A mí también, la canción Penélope me gusta mucho, dijo ella, y él le contestó que prefería Cartón piedra (sobre un hombre que se enamora de un maniquí, se lo roba y acaba en el manicomio).
“Luego me tocaba el cabello, me decía ‘me gusta mucho tu cabello‘, y cuando me enteré de lo que hizo (el asesinato de Alejandra Galeana) dije ¡ay, qué horror!”. Amelia se lleva las manos al rostro.
También hablaba de milagros y de protección divina.
—Un día me caí de una azotea y cuando me llevaron al doctor dijo "es un milagro" porque no me pasó nada.
—¿En serio? —preguntó Amelia con asombro.
—Sí, y en otra ocasión que me pagaron un dinero por un negocio muy bueno iba caminando de noche y unos tipos me asaltaron, me golpearon horrible y al final me dispararon tres balazos, pero Dios me protegió, porque nada más una bala me tocó (señala la parte baja izquierda del vientre).
Calva Zepeda la invitó a comer tacos cerca del Metro Colegio Militar. Ahí le contó que tenía poderes curativos.
—Ya sé que vas a pensar que estoy loco, pero no —respondió José Luis.
"Me contó que él se fue muy chavito de su casa, a los 12 o 13 años, y que tenía un amigo con cáncer, que sus papás hacían todo lo posible para que se curara, hasta que le dijeron que ya no tenía remedio. Cuando su amigo le comentó eso a José Luis, él tocó la cabeza de su amigo".
—¡No!, ¡no puede ser! (gritaba José Luis al cielo), te prometo que te vas a curar, te lo prometo.
Y según él se curó.
Pero otro día le dijo que le sacó 50 mil pesos a una señora enferma de los riñones y no pudo curarla, que lo hizo con un amigo. ¿Fraude?, pensó ella.
"Tenía algo en su mirada, tenía una mirada como de enojo, quién sabe por qué, era pesada su mirada".
—Ya cuando te vayas a dormir vas a ver que vas a soñar conmigo, le dijo José Luis ese día.
"Me llamaba como a las nueve de la mañana y mi mamá contestaba el teléfono. Me decía que tenía interés de salir conmigo, me leía cosas que había escrito. Quedamos que me acompañaría un día al centro a comprar pulseras para vender".
Amelia y José Luis salieron juntos de nuevo y se sentaron en una banca de la Alameda Central
"Me enseñó su novela, era una hoja a color que decía El Caminante, la portada tenía un atardecer".
En ese momento se acercó a ellos un hombre que preguntó:
—¿Sabes dónde queda la XEW?
—Queda por allá —respondió José Luis—. ¿Vas al hospital que queda por ahí?
—¿Cómo sabes? —dijo el hombre con asombro.
—Es que yo sé... te llamas Raúl —dijo José Luis.
—Qué ¿me conoces? —insistió el hombre.
—Y sé, pero tú vete en paz, vete tranquilo —dijo José Luis.
Cuando el hombre se fue, José Luis explicó a Amelia el suceso: "Es que yo veo cosas".
Ella cree que fue un montaje, un palero.
En el Sanborns de los Azulejos José Luis le contó a Amelia sobre su ex esposa.
"Me dijo que había tenido una pareja y dos hijas, que tenía un negocio de seguridad privada y que estaba asociado con un amigo. Su mujer lo engañó con ese tipo y se fueron a Estados Unidos y él ya no volvió a saber de sus hijas.
—Ella era muy ambiciosa —dijo José Luis sobre su ex esposa—. Un día llegué a la casa y no pude entrar porque ella cambió la chapa y me dijo me voy a quedar con todo, con la casa, con mis hijas‘, yo me quedé a dormir en la calle. Le toqué la puerta para que me pasara una cobija y no me la quiso pasar, nunca lo voy a olvidar.
Después del Sanborns Amelia y Calva Zepeda se fueron caminando por Madero. Al pasar frente a una iglesia, donde había unas escaleras, él le habló de su presunta fobia a las alturas.
—Un día me subí a unas escaleras y mi mamá me decía "bájate, bájate, primero baja un pie", pero yo no podía bajar.
Amelia recuerda que Calva Zepeda mencionaba mucho a su mamá.
—Ya le hablé de ti a mi mamá —le dijo José Luis—. Le comenté que conocí a una muchacha morenita y te quiere conocer.
—Ah, igual y sí —le respondió Amelia con prudencia.
Cuenta Amelia que después visitaron tiendas de ropa y bisutería en la calle de Uruguay.
“Fuimos a buscar unas pulseras y vimos unos dijes, se le quedó viendo a un dientecito de tiburón y se regresó, lo compró, le compró el lacito y se lo puso. ”
Siguieron caminado y Amelia sintió hambre...
—Ya lo pensé —dijo Calva Zepeda—, ¿por qué no mejor vamos a mi departamento (Mosqueta 198, colonia Guerrero) y compramos una pizza?
Al entrar al departamento, describe Amelia, había un estudio, un ‘closetcito’, la cocina en medio y en uno de los cuartos había una cuna...
—Quiero tener un hijo —le dijo él—. ¿Te imaginas a mi hijo morenito?
Ella sonrió.
—Mira, de aquí es donde te cantaba, y le mostró un aparato de sonido (karaoke).
Calva Zepeda empezó a cantar, introdujo el disco de la pista Si yo fuera mujer y le hizo un show a Amelia.
La cantó como tres veces, recuerda ella impresionada, estaba bien emocionado, me decía "vamos, emociónate". Yo ya me tenía que ir, pero él me decía “no, vamos a cantar” y José Luis seguía cantando ’Si yo fuera mujer’.
"Como le dije que me gustaban las películas, me sacó un cajón. Me prestó la película El Último Rey de Escocia, de Idi Amin. La de El Perfume: Historia de un asesino, que yo ya había visto, y me prestó también Diario de Cabecera, que tiene una mujer que le están tatuando un libro en la espalda, y la de Y tú qué sabes.
"El tipo de la pizza se tardó, él me dijo ‘vamos hacer algo porque ya tengo hambre, y nos fuimos a la cocina".
José Luis abrió el refrigerador, el congelador estaba lleno de grandes trozos de carne.
—¡Es un buen! ¿no? —dijo Amelia con asombro.
—Sí —le dijo el poeta—. Es que me gusta mucho la carne.
"Ahorita que lo digo así, que lo recuerdo (la carne almacenada), digo ¡ay, qué horror!, pero no, no me ofreció, me dijo que la compraba, que le vendían los retazos muy baratos y él compraba bastante, y pensé: es demasiada carne para él solo, se me hizo mucha.
Pero en el refrigerador de Calva Zepeda también había pétalos de rosa.
"Me dijo que él cocinaba con pétalos de rosa. Que seleccionaba las rosas para que olieran bien y prometió que la próxima vez me cocinaría codornices con pétalos de rosa.
Después de cenar, fueron al cuarto de él.
—Aquí tengo mis cremas —dijo José Luis a Amelia mostrándole un cajón—. Mi mamá vende faciales y si notas, no me veo muy arrugado porque me he cuidado. ¡Ah! mira, abre José Luis su clóset. Ve cómo tengo la ropa (acomodada por colores y estampados)
"¡Me enseñó sus cajones ordenaditos!, ¡qué horror! —dice Amelia, y se lleva las manos al rostro—. Es que después cuando vi la noticia de que el cuerpo (de Alejandra Galeana, descuartizada por Calva Zepeda) había estado en su ropero, de donde sacó el suéter que me prestó cuando me fui, digo ¡ay no!, ¡qué horror!...
"Ahí tengo el suéter y el paraguas que me prestó. Jamás imaginé que era capaz de matar a alguien. Yo no creo que esté loco, no es loco de esas personas que no saben lo que hacen, a lo mejor es un maniático. ”
Después de estar en el departamento de Calva Zepeda, Amelia ya no lo buscó ni contestó sus llamadas.
"La última vez que lo vi fue el 4 de octubre (un día antes de que desapareciera Alejandra Galeana), lo vi ofreciendo sus poemas, se me acercó muy digno y me reclamó “no me has llamado, veo que no tienes interés".
"Quedamos de vernos al terminar la venta, él iba por donde yo estaba, nada más me veía, después lo vi pasar y hasta le dije al señor de un puesto ‘ahí va mi amigo el poeta, ya se siguió de largo’.
"Un día estaba con mi novio en un puesto de licuados y me dijo ‘mira el periódico‘. ¡Ay, es mi amigo, son sus poemas!, y me dice mi novio ‘¿ya viste lo que hizo?‘, me quedé en shock. Ese día me sentí mal, rara, como en la dimensión desconocida".
Amelia vio a Calva por última vez el jueves 4 de octubre en Coyoacán, pero no salieron juntos, pues era el cumpleaños de Amelia y ella lo celebraría con su novio. Cuatro días después, la Policía detuvo al poeta en su departamento de la colonia Guerrero, donde escondía el cuerpo descuartizado de su última novia, Alejandra Galeana.

(Gracias a C y a P por cruzarse en el camino. Gracias a Arturo S. y Pedro T. por su apoyo en la edición y publicación de esta entrevista).

1 comentario:

Enrique dijo...

Sofía
Empiezas bien el año estrenando tu blog.
Te felicito, pues uno como periodista encuentra en estos medios el espacio para publicar aquello que en verdad le gusta sin tener limitantes de ninguna índole.
Excelente tu entrevista con la amiga de El Caníbal.
Síguele con los posts y estaré al pendiente de tus publicaciones.

Un abrazo